Hace casi un año, cuando Hamás sorprendió al mundo y atacó a la población civil de Israel, no quedó duda de que la respuesta del ejército israelí no solo iba a ser contundente, sino también justificada. El grupo islamista había incursionado en territorio israelí, secuestrado y tomado como rehenes a civiles de diversas nacionalidades. Incluso, entre esos ciudadanos inocentes y ajenos al conflicto, hubo mexicanos que hoy sabemos que ya están muertos.
Sin embargo, a 10 meses de iniciada la guerra, el mundo ejerce ahora una presión sobre la administración de Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, ante la atrocidad que está cometiendo el ejército israelí contra la población civil palestina.
La incursión no se ha limitado a instalaciones de gobierno u objetivos militares. Con la excusa de que los terroristas de Hamás se atrincheran en hospitales y escuelas, el ejército israelí ha atacado este tipo de instalaciones donde han perecido civiles, especialmente niños y mujeres ajenos al conflicto militar.
Incluso instalaciones y personal de la Organización de las Naciones Unidas han sido atacadas en medio del fuego cruzado, siendo señalados los israelíes como responsables.
La Corte Internacional de Justicia de La Haya ha determinado la ilegalidad de la ocupación israelí y hasta el Consejo de Seguridad de la ONU se ha manifestado en diversas ocasiones pidiendo un alto al fuego y tratando de alcanzar una solución por la vía pacífica.
Israel, como sabemos por sus antecedentes históricos, es una nación nueva en la región de Oriente Medio que no ha tenido buenas relaciones con los pueblos árabes. Esto se debe a rencillas heredadas desde tiempos antiguos y bíblicos, diferencias que han justificado diversos conflictos militares y tensiones sociales que, al parecer, ahora están desbordadas.
Es muy cierto que Israel ha contado con el apoyo del mundo occidental como importantes aliados que lo han ayudado en su propia defensa. Sin embargo, ante las atrocidades que hoy se denuncian, la presión de ser cómplices de un genocidio palestino cometido por los israelíes ya empieza a generar molestia en grupos pacifistas que cuestionan el sentido de la participación del mundo occidental en la masacre contra el pueblo palestino.
Hoy, el gobierno y el ejército de Israel son cuestionados y señalados por diversos actores sociales como responsables del genocidio que cometen contra el pueblo palestino.
A días de inaugurarse los Juegos Olímpicos, con el llamado a una tregua olímpica, las ansias de venganza de Israel no parecen saciarse y es muy difícil que se pueda llegar a un alto al fuego.
Mientras tanto, los ancianos, enfermos, niños y mujeres palestinos sufren por la falta de alimentos, los asesinatos a manos de las tropas israelíes, la carencia de suministros médicos e insumos energéticos como combustible, entre algunas atrocidades denunciadas.
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