Inauguran muestra fotográfica para promover la importancia de esta práctica milenaria.
La senadora Edith López Hernández hizo un llamado a fortalecer la relación entre los servicios institucionales de salud y la partería tradicional, para sentar las bases legales que eliminen la discriminación y estigmatización en contra de esta práctica.
La presidenta de la Comisión de Pueblos Indígenas y Afromexicanos consideró urgente erradicar el “maltrato cultural y social” en materia de salud reproductiva, del que han sido objeto las parteras.
Durante la inauguración de la galería abierta “A una gran parte del país recibe y da la bienvenida a la vida una partera indígena”, la legisladora dijo que para ello es necesario promover el respeto, reconocimiento, conocimiento y desarrollo de la partería tradicional.
Esta muestra, dijo, se suma a las acciones que “desarrollamos con el objeto de sentar las bases legales que aseguren un sistema de salud que brinde servicios preventivos, que elimine las barreras de estigmatización y la discriminación cultural; y que cumpla el propósito de que las mujeres parteras sean reconocidas, dignificadas y valoradas”.
Acompañada por las senadoras Andrea Chávez Treviño, Susana Harp Iturribarría y Karina Isabel Ruiz Ruiz, López Hernández señaló que la partería es una parte importante de la medicina tradicional, ya que, como en el sistema de salud, cuenta con un modelo de atención a las mujeres en el embarazo, parto y posparto, así como para el recién nacido.
En el marco del Año de la Mujer Indígena, la senadora manifestó que las parteras son vitales para disminuir los factores de riesgo que afectan la salud materna y perinatal en las comunidades indígenas y afromexicanas, por lo que “sus saberes y conocimientos deben prevalecer para dar continuidad a la vida”.
Por su parte, la presidenta de la Comisión de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, Susana Harp Iturribarría, destacó los logros legislativos que han permitido que la partería tradicional sea respetada.
Precisó que esta práctica no se encuentra en una norma oficial, y acusó que, “se hizo el mal uso y costumbre que las parteras ya no pudieran dar el certificado de nacimiento y, por lo menos en Oaxaca, hay más de cinco mil niños y niñas sin actas de nacimiento”, sin poder ejercer su derecho a la identidad.
Agregó que los pueblos indígenas y afromexicanos ya son sujetos de derechos, “por lo que estamos esperando a que la nueva norma de la Secretaría de Salud vaya acorde con lo platicado en los diálogos y que realmente el humanismo se vea reflejado en las normas, leyes y prácticas cotidianas”.
Susannah Goshko, embajadora británica designada en México, mencionó que, en el marco del Día Internacional de la Mujer, la tradición milenaria de las parteras no sólo debe ser protegida, sino reconocida como parte fundamental de la identidad nacional.
Alanna Armitage, representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas en México, reconoció la labor de las parteras, ya que son el primer contacto de salud para las mujeres; sin embargo, su labor es invisibilizada, por ello las mujeres indígenas siguen enfrentando altas tasas de mortalidad materna, tres veces mayor a las mujeres no indígenas.
Boletín de prensa
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En el documental “Mundos cruzados”, la joven comparte el impacto diario del racismo y la xenofobia que enfrenta desde la infancia.
“No pasa un día sin que luchemos. Nacimos para luchar contra esto”, dice Suriyumi a Noticias ONU, reflexionando sobre los prejuicios que enfrentan los pueblos indígenas en Brasil.
El documental “Mundos Cruzados”, dirigida por Daniel Abraão, fue distinguido en el Festival de Video Juventud Plural+ de la Alianza de Civilizaciones, y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
En el cortometraje, Suriyumi describe cómo es blanco de críticas y acoso debido a su apariencia, especialmente debido a la pintura corporal que usa como parte de sus tradiciones.
El director de la película, Daniel Abraão, explicó qué lo motivó a compartir la historia: “Ella llegaba a la escuela y le preguntaban por qué estaba sucia. Porque ella se pinta. Y ella no está sucia. Esa es su fuerza. Tiene incluso que ver con la salud, con la manifestación de un bien sagrado indígena”, precisó.
Daniel Abraão se dio cuenta de que Suriyumi podía dar voz a la falta de comprensión y respeto por la cultura indígena que contribuye a la perpetuación de estereotipos y prejuicios.
“Sentí esa fuerza y, al mismo tiempo, ese dolor que ella sentía en su día a día, cuando iba a la escuela y todo lo demás. Y entonces decidí preguntarle un día: ¿quieres la oportunidad de tener voz y hablar?”, relató.
El documental “Mundos cruzados” no es sólo un retrato de la realidad de Suriyumi, sino un llamado a un cambio más amplio. La producción del cortometraje denuncia la invisibilidad que impide a los pueblos indígenas acceder a la igualdad de derechos y oportunidades, al tiempo que resalta el valor de sus culturas y conocimientos ancestrales.
El realizador Abraão entiende que es esencial dar visibilidad a Suriyumi y otras voces indígenas, destacando el papel crucial de sus comunidades en la preservación del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático.
“Los indígenas saben cuidar las plantas, los ríos, los bosques. Viven de forma sostenible, en armonía con la naturaleza”, afirma Abraão, también descendiente de guaraníes.
Aunque el documental fue premiado y seleccionado por el Festival de Video Juvenil Plural+, el verdadero reconocimiento para Suriyumi y Daniel es la capacidad de dar voz a miles de jóvenes indígenas que luchan a diario contra el racismo, la xenofobia y la invisibilidad.
“Me sentí muy feliz por la oportunidad de representar a los pueblos indígenas”, señala Suriyumi.
La joven viajó junto a su familia y el equipo de producción a Cascais, Portugal, para ser homenajeada formalmente en el festival paralelo al 10º Foro Global de la Alianza de Civilizaciones que tuvo lugar del 25 al 27 de noviembre.
La historia de Suriyumi refuerza la urgente necesidad de dar espacio a las voces indígenas, como ocurre con el Día Internacional de los Pueblos Indígenas cada 9 de agosto.
En 2007, las Naciones Unidas adoptaron la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, considerada “un acto histórico para proteger sus derechos a las tierras, los idiomas y la libre determinación”.
La ONU destaca la importancia de los pueblos indígenas, que representan alrededor de 476 millones de personas en más de 90 países, constituyendo aproximadamente el 6% de la población mundial.
A pesar de ello, estos grupos se enfrentan a importantes desigualdades y representan el 15% de las personas más pobres del mundo.
Boletín de prensa
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Las adicciones son un problema social que se agravó durante la pandemia y solo la empatía y trabajo en comunidad pueden ayudar a superarlas a quienes las sufren
Cualquiera podría sufrir una adicción. Incluso, sin saberlo, podríamos nosotros sufrir de una; y es que, contrario a lo que se cree, éstas no solo se presentan en el consumo de sustancias, también en nuestra conducta y para muchos es difícil abandonarlas a causa de que la sociedad presenta poca empatía y conocimiento sobre estos trastornos.
Según el Dr. Enrique Castañeda Cruz, en su conferencia “Prevención de Adicciones” que organizó el Sindicato de Trabajadores Académicos y Administrativos de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), la razón por la que las estrategias contra las adicciones no funcionan se debe a un tema multifactorial y esto evita que las personas que la sufren puedan superarlas.
El experto dio a conocer que durante la pandemia aumentaron las adicciones y compartió las más recientes estadísticas según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Referente a las adicciones conductuales, el doctor se refirió a todo aquello que tiene que ver con trastornos de nuestro comportamiento, adicción a la pornografía, a los dispositivos móviles, videojuegos y al trabajo, entre otras.
Sobre por qué no funcionan las estrategias contra las adicciones, señaló que “la sociedad y gobierno tienden a marginalizar, penalizar y estigmatizar a las personas que sufren una adicción bajo el pretexto de que como individuos eligieron el consumo o adicción y, por lo tanto, cometen un delito, siendo que hay factores fuera del ser humano y su voluntad que pueden llevar a éstas”.
Otros factores que también dificultan la recuperación de los adictos son la falta de acceso a servicios de salud; la criminalización de los trastornos por consumo de sustancias y la subestimación de los factores sociales.
Todo ello puede causar que las personas no encuentren una manera de superar sus adicciones, agregó el especialista.
¿Qué se puede hacer?
Algunas de las acciones para mitigar las adicciones que propuso el experto son promover en la sociedad que acepte que son un problema de salud y de responsabilidad compartida; además de que el estado debe promover el tratamiento, programas de reducción de daños y de prevención.
Debido a que se ha registrado que el consumo de sustancias y comportamientos permisivos suceden desde edad temprana, por lo tanto, uno de los lugares donde podría iniciar es en las escuelas, por lo que el Dr. Castañeda Cruz invitó a que el primer frente de batalla contra las adicciones sea el hogar y el segundo la escuela, para así combatirlas desde su inicio.
El Dr. Enrique Castañeda Cruz, es Médico Cirujano por la UAG, con especialidades en psicología ligada al tratamiento de enfermedades mentales y adicciones
Boletín de prensa
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Triana (Colombia), 4 oct (EFE).- En el caserío colombiano de Triana, donde casi todos los días cae una lluvia gruesa sobre las casas de techos de zinc, las comunidades negras se resisten a la estigmatización del viche, un licor que desde hace siglos extraen de la caña de azúcar.
El viche y sus derivados, dicen quienes los producen y consumen, sirven para el asma, la fertilidad, la virilidad, para calentar el cuerpo, mejorar la actividad cerebral, tratar el colesterol y las mordeduras de serpientes, para aliviar los dolores menstruales e incluso para atraer al amor o evitar que se vaya.
Es un “oro líquido” para las comunidades afrocolombianas de los departamentos del Valle del Cauca, Chocó, Nariño y Cauca, en el litoral Pacífico, que lograron que el Congreso de la República protegiera y reconociera su bebida artesanal, y el conocimiento que se ha transmitido sobre ella de boca en boca y de pueblo a pueblo, como patrimonio colectivo.
CAÑA DE AZÚCAR PARA RESISTIR
Cuando los negros esclavizados del Pacífico colombiano empezaron a ser libres encontraron en la agricultura una forma de subsistir y en la caña de azúcar sin madurar la base de un licor para amenizar sus fiestas y rituales, pero también le atribuyeron propiedades medicinales para curar cualquier enfermedad.
Como todo lo que no era aprobado por los gobernantes de la época, entre finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, el viche fue perseguido.
Hoy, todavía olvidadas por el Estado, apartadas en vastas zonas verdes a las que es difícil llegar, las comunidades negras del Pacífico se aferran al viche como una forma de vida, por cuya defensa muchos encontraron la muerte.
“Lo que queremos es que el país conozca la riqueza natural de las comunidades negras del litoral pacífico a través del viche, su práctica ancestral y como medicina ancestral”, explicó la ministra de Cultura, Angélica Mayolo, durante un recorrido por Triana, un caserío de Buenaventura, que pertenece al Valle del Cauca.
PRODUCCIÓN ARTESANAL
La elaboración de la bebida comienza con la plantación orgánica de la caña de azúcar de textura suave, que es cultivada por tres o cuatro meses y cortada al final de ese periodo, antes de su maduración, y molida en un trapiche artesanal hecho con palma de chonta. El jugo que se extrae de ella es fermentado durante una semana.
Del viche, ya destilado, se obtienen tres productos: la esencia o flor, con un 70 % de alcohol; el segundo, más ligero, de entre el 48 y el 52 % de alcohol, y de la tercera fase resulta otro licor que tiene del 38 al 42 % de alcohol.
También es la base de otras bebidas autóctonas de las comunidades negras como la “tomaseca”, utilizada para aliviar cólicos menstruales; el “curado” o “curao”, con más de una propiedad medicinal; el “arrechón”, para el deseo sexual; el “tumbacatre”, una bebida afrodisíaca, y la crema del viche.
CULTURA Y PATRIMONIO
“El viche es cultura, el viche es patrimonio, el viche es vida para nuestras comunidades”, dijo a Efe Gilberto Montaño, un productor de Guapi, en el Cauca, al destacar que la Ley del Viche aprobada por el Congreso es “un avance gigante” para su comunidad “invisibilizada” que ahora será reconocida por su “conocimiento ancestral o cultural”.
Montaño celebró que hoy en el Pacífico puedan elaborar el licor sin “necesidad de esconderse” porque si alguien visita su territorio sabrá que el viche es trabajado técnicamente y con todas las condiciones higiénicas y sanitarias.
“Siempre hemos sido perseguidos porque (al viche) lo han tratado como de forma ilegal, con este reconocimiento podemos decir que estamos empoderados a nivel nacional e internacional”, aseguró.
El Ministerio de Cultura trabaja en un “plan de salvaguarda” para acompañar a las comunidades en todo el proceso de elaboración del viche, desde el cultivo de la caña de azúcar hasta la comercialización de la bebida y el registro sanitario.
La ley para protegerlo también busca que el viche obtenga en el país y en el exterior el reconocimiento que ha tenido, por ejemplo, el mezcal mexicano, para lo que es necesario fortalecer la infraestructura de producción e inyectar más inversión, subrayó la ministra Mayolo.
“Para mí (la Ley del Viche) significa mucho. El caso es que salgan los proyectos y tengan a los líderes de acá en cuenta”, señaló por su parte Yolanda Asprilla, una “vichera” que ha destilado esta bebida por casi 70 años.
Klarem Valoyes y Ernesto Guzmán Jr.
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