La educación ayuda a la persona a aprender a ser
lo que es capaz de hacer.
Hesíodo
Como parte conclusiva de este primer módulo del Diplomado de Formación de Competencias Docentes se pide nuevamente realizar un ensayo. En este caso integrando todos los productos de aprendizaje elaborados en este ciclo informativo. En primera instancia se presentará un diagnóstico de la realidad educativa en el país y desafíos a los cuales como nación nos enfrentamos en este mundo global, competitivo y tecnificado. Posteriormente como se pretende vencer estas realidades con la propuesta del Marco Curricular Común, para finalizar, con la propuesta de que se debe concretar para apoyar los docentes este gran esfuerzo educativo.
Interpretación de la realidad y desafíos de la educación mexicana
En la naturaleza es muy fácil observar en la lucha por la supervivencia la importancia que tiene para las especies de vida orgánica la capacidad de interpretación de la realidad. Al respecto Cereijido (2011) afirma que esa capacidad “… es tan crucial para sobrevivir, que el ser humano empezó a utilizar la conciencia para complementar las interpretaciones inconscientes…” Si un animal, por ejemplo, no tiene la capacidad de observar y tomar la mejor decisión para obtener el alimento correcto las probabilidades de sobrevivir disminuyen significativamente.
Esta realidad que explica la naturaleza biológica básica la podemos extrapolar a la explicación fenomenológica de la realidad social. La educación al final es un fenómeno que es hecho palpable, que se percibe en la mente y del cual tenemos conciencia de su propia existencia. Aunado a que es parte integrante de la experiencia humana, la multiplicidad de interpretar o entender el impacto de la Reforma Integral en Educación Media Superior y lo que implica para todos los actores del sistema educativo, nos da muchas áreas de oportunidad en la reflexión y en la toma de decisiones para su implementación y mejora.
Chehaibar (2012) en el artículo “El desafío de la educación en México” que forma parte de un esfuerzo editorial llamado “México 2012, desafíos de la consolidación democrática” establece claramente la realidad de la educación en el país, especialmente en lo que respecta a los jóvenes. Afirma que aún cuando el artículo 3° Constitucional establece la obligatoriedad de la educación preescolar, primaria, secundaria y recientemente el bachillerato, con respecto a la cobertura vemos que para el primer ciclo formativo llega hasta un 81.1 por ciento, y para el caso que nos ocupa de educación media superior disminuye a un 67 por ciento y educación superior en un alarmante 27.9 entre el grupo de jóvenes de 19 a 23 años. Destaca igualmente la situación de los ninis, lo que no estudian ni trabajan, que llega en nuestro país a constituir un grupo de 7 millones y cuarto, por debajo de Turquía e Israel según datos que la autora analiza de reportes de la OCDE.
En otro artículo de la misma fuente anteriormente citada, el autor Álvarez (2012) nos da a conocer que solo el 57 por ciento de los estudiantes de bachillerato logra terminar sus estudios en tres años, siendo las condiciones socioeconómicas y la falta de retención de alumnos en las escuelas los principales factores de esta realidad. Con respecto a los maestros el autor les reconoce como los agentes principales de la calidad educativa, pero que es necesario reorganizar el trabajo y reforzar su formación. Como sugerencia el autor reconoce que se debe cambiar la política educativa para dar paso a la “… calidad de los procesos y resultado concretos, en la identificación de problemas específicos, en el establecimiento de metas precisas con participación de las comunidades de las unidades académicas, en la mejora de las condiciones de trabajos, en el desarrollo profesional de los profesores y en la atención de los estudiantes.”
Lo anterior citado responde a diagnósticos muy puntuales de la realidad del país. Un análisis que surgió en la coyuntura del cambio político federal, por lo cual, se unieron diferentes expertos sociales de los cuales se ha citado a dos que tocaron aspecto del tema en comento. Sin embargo, los cambios en la sociedad en sus diferentes ámbitos político, económico y social es un tema que no resulta nuevo.
Prawda y Flores en 2001 al reflexionar lo que pasa en la educación al comienzo de un nuevo siglo, al explicar la forma de cambio continúo en el contexto real establece ocho hipótesis que lo explican:
La propuesta del Marco Curricular Común
Uno de los grandes hechos de la actualidad es la transformación social que igualmente impacta en la educación, al fin un fenómeno esencial para cualquier sociedad.
En el artículo 3 Constitucional se establece que “La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente, todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria, el respeto a los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia.” En su fracción II es mucho más claro con respeto a la visión y propósitos fundamentales que debe concretarse en el proceso educativo. Al texto se afirma:
FRACCIÓN II. El criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios.
Por principio de supremacía constitucional lo anterior son los fundamentos de cualquier acción educativa que se emprenda en el país. Constituyen el eje rector de la educación en México. A esto, por las exigencias de transformación social, uno de los recientes cambios en la legislación educativa fue la incorporación del bachillerato bajo el esquema de obligatoriedad, aunque se le excuso de ser parte de la educación básica – que se limita a los tres subsistemas antecedentes: preescolar, primaria y secundaria –.
El esfuerzo trajo como consecuencia la creación de un estándar mínimo de competencia a formar entre las diferentes ofertas educativas que conforman la educación media superior en todo el país. Es lo que se conoce como el Marco Curricular Común (MCC) que tiene su fundamento legal en el acuerdo secretarial 444 de la Secretaría de Educación Pública.
Para precisar el modelo pedagógico de esta transformación que da origen al MCC, en la educación media superior recae en el concepto de competencia. Al respecto de qué es la competencia Mulder, Weigel y Colling (2008) concluyen que no hay una definición clara y precisa, sino más bien tres tendencias que definen de manera particular lo que se debe entender por competencia; aunque de manera particular encuentran que este concepto se debe entender “… como la capacidad para llevar a cabo y usar el conocimiento, las habilidades y las actitudes que están integradas en el repertorio profesional del individuo.”
Para los efectos del proceso educativo mexicano la competencia se comprende a partir de la diferenciación de las que se conocen como genéricas, las disciplinares y las profesionales. Con respecto a las primeras, el acuerdo 444 afirma que son “… las que todos los bachilleres deben estar en capacidad de desempeñar; las que les permiten comprender el mundo e influir en él; les capacitan para continuar aprendiendo de forma autónoma a lo largo de sus vidas, y para desarrollar relaciones armónicas con quienes les rodean, así como participar eficazmente en los ámbitos social, profesional y político” Por otro lado, hay competencias disciplinares “… que se construyen desde la lógica y estructura de las disciplinas en las que tradicionalmente se ha organizado el saber”. Por último las competencias profesionales que se relacionan con campos formativos laborales.
A esta articulación de elementos se complementan con la definición de competencias para el docente. Al final la fuerza operativa de la propuesta curricular recae en el maestro quien a diario, en el ámbito del salón de clase, desarrolla las actividades académicas.
Esto genera un gran cambio para el docente. Una de las realidades es que se tiene, en la percepción por sentido común, que en la educación media superior se ha permitido a muchos ejercer la docencia sin ser profesores de carrera. Pero para caso de la generación de las competencias en los alumnos, igualmente se requiere de maestros competentes. Como en el argot popular se dice “no es posible que un ciego pueda conducir a otro ciego”.
No hay duda que ser maestro hoy en días por las circunstancias del contexto cambiante que analizamos en un principio, y ahora, con el mayor compromiso que se exige para consolidar el MCC, la calidad y pertinencia de la educación, los maestros tenemos que asumir una gran responsabilidad que exige salir de la apatía y desidia histórica. El maestro es agente del cambio, del análisis para la mejora y actor principal en la procuración de calidad en la educación.
¿Estamos los maestros preparados para asumir esa responsabilidad.
Lo que significa la RIEMS para el docente
No hay duda que hay problemas en la juventud, propias de los cambios psicológicos y emocionales que implican sr parte de la formación de la personalidad del individuo. Algunos potencializados por las condiciones del contexto cambiante que distorsiona el valor del compromiso social y el óptimo desarrollo de la responsabilidad personal y cívica.
Pero no hay adolescente que sea insalvable. Por lo menos en la lucha por el mejoramiento personal y social se debe guardar la esperanza de que aún es posible hacer hasta lo “imposible” para mejorar la educación, fomentar un aprendizaje genuino en el estudiante de bachillerato, que al final como individuos sean responsables y útiles para la sociedad.
Por lo cual se hace necesario:
Pequeñas acciones que si las asumimos con auténtico compromiso educativo los grandes rezagos que marcan como deficiente a la educación en México.
Conclusión
A lo largo de este primer módulo se tuvo la oportunidad para la reflexión de temas importantes para entender la naturaleza de la RIEMS. Desde el análisis del adolescente, sus características psicológicas y las teorías del aprendizaje. Se continúo con la fundamentación y contenido del Marco Curricular Común. Quedo claro los retos, ejes y elementos curriculares que constituye la esencia de la nueva propuesta curricular en educación media superior.
Lo que cubrió un interés en el grupo fue la definición de cada una de las competencias genéricas, las disciplinares como las profesionales y las del docente. Un compendio que no debe ser únicamente un conjunto de buenas intenciones, sino que se deben llevar a la práctica docente en todos los niveles que conforman el sistema de educación media superior.
Y aunque la educación es laica, pero si respetuosa de la creencia religiosa, me permito reproducir como un colofón a toda esta reflexión lo que alguna vez se me envío como la oración del maestro. Desconociendo la fuente originaria del siguiente texto, para quien lo realizo es muy claro que tiene muy arraigados los principios que encierra el concepto de ser un buen maestro.
“Permíteme Señor:
Conocer, comprender y educar a todos mis alumnos; tratarlos con autoridad y firmeza sin maltratarlos; respetar su individualidad, independencia y libertad; haciéndoles entender que tienen deberes y colaboración con los demás.
Recordar siempre que la misión que me has encomendado, aunque difícil es muy bella; “Formar el mundo del mañana”
Oírlos en sus dudas y reclamos, aceptando que como humano no soy dueño de la verdad y por lo tanto he fallado y puedo equivocarme.
Señor, que todo sea por el bien de mis alumnos que son mi mayor compromiso-”
Rescatemos lo que nos ayude a ser mejores personas, maestros comprometidos y profesionales que nos interesa lo que sucede en la sociedad.
Referencias de información
Alvárez, G. (2102). Por un proyecto nacional educativo con equidad y calidad. México 2012, Desafíos de la consolidación democrática. [Coord: Cordova, L; Murayama, C; Salazar, P]. México: Tirant Lo Blanch México. pp 35-44
Chehaibar, L. (2102). El desafío de la educación en México. México 2012, Desafíos de la consolidación democrática. [Coord: Cordova, L; Murayama, C; Salazar, P]. México: Tirant Lo Blanch México. pp 29-34
Cereijido, M. (2011). Hacia una teoría general sobre los hijos de puta. México: TusQuets Editores.
Diario Oficial de la Federación (2008). Acuerdo Secretarial Número 444 por el que se establecen las competencias el marco Curricular Común del sistema Nacional de Bachillerato.
H. Congreso de la Unión. 2014. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Mulder, M; Weigel, T; Colling, K. (2008). El concepto de competencia en el desarrollo de la educación y formación profesional en algunos Estados miembros de la UE: un análisis crítico. Recuperado el 5 de julio de la dirección http://www.ugr.es/~recfpro/rev123ART6.pdf
Prawda, J; Flores, G. (2001). México educativo revisitado, reflexiones al comienzo de un nuevo siglo. México: Editorial Océano.
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La sal se usa para aderezar alimentos, para mantenerlos frescos libres del deterioro natural, así como también para el relajamiento en los spas y masajes. Se emplea en la industria farmacéutica para que combinados con las sustancias activas y necesarias para propiciar salud a las personas. Inclusive se ha usado en ritos ceremoniales como sucede en el caso de los altares para muertos, donde la sal juega un papel de purificación y limpieza espiritual. Para el catolicismo, a los seguidores de Jesucristo, sus “maestros en la fe” los exhortó a ser “sal de la vida” al momento de enviarlos a evangelizar el contenido doctrinario de su pensamiento religiosa.
Es significativo que se use la sal en un sentido analógico para el análisis de nuestra labor como maestros en la nueva reforma curricular en educación media superior. Un subsistema educativo que busca la preparación para la vida universitaria y profesional, y en algunos casos, una etapa terminal para la incorporación de ciudadanos a la vida productiva del país.
Los maestros somos un elemento esencial como fuerza operativa que mueve el engranaje del sistema educativo nacional. En la actualidad hay un deterioro de la imagen y autoridad, que no se trabaja, que hay mucha ociosidad, flojera o desidia. Sin embargo hay cada vez una mejor exigencia para trabajar con más responsabilidad y compromiso. Generar competencias en los alumnos exige igualmente desarrollar competencias en los maestros, modificar paradigmas antiguos para abrirse a las nuevas tecnologías, capacitación y actualización en conocimiento, desarrollo de habilidades que implican procesamiento de información, consolidación de nuevas actitudes y solidaridad, tolerancia y flexibilización.
En lo personal manifiesto un deliberado convencimiento en el desarrollo de competencias. En el último semestre de la carrera de Licenciatura en Educación conocí el modelo educativo de Marzano. Un paradigma que nos alejaba del conductismo objetivo hacia un modelo más constructivista del aprendizaje. Empecé a trabajar en el Conalep cuando se incorporaba el concepto de competencia en la educación, por lo menos centrado en el desarrollo de las habilidades técnico-profesionales.
Posteriormente el desarrollo profesional me llevó a trabajar en la capacitación industrial. Como entrenador de procesos, la compañía más importante de refrescos embotellados en Yucatán, me brindo la experiencia del análisis de los perfiles en los puestos, que en sentido amplio se vinculan con las competencias laborales necesarias para la consolidación del sistema de calidad que eleva la competitividad de la compañía.
Con ese bagaje de conocimientos y experiencias retomó las clases cuando el concepto de competencia empieza a incorporarse en los planes y programas de estudios de bachillerato. No se me sido difícil entender la propuesta de competencias, aunque faltaba la capacitación específica, más profunda y reflexiva de cómo debe funcionar el sistema formativo.
Con esta experiencia del diplomado que busca mejorar nuestras competencias docentes se cubre en gran parte esa necesidad personal. Con el tiempo y las actividades hasta ahora desarrolladas me han permitido analizar con detalle la visión, el alcance, definición y clasificación de las competencias a desarrollar con los estudiantes en la actividad docente, así como también, de los requerimientos de mejora que los maestros debemos desarrollar y madurar para responder de forma efectiva y óptima a las exigencias del modelo.
En la actualidad me he sentido honrado que la coordinadora de la Academia Estatal de la asignatura de Taller de Lectura y Redacción me invitará a ser parte de los autores de las nuevas guías docentes para alumnos y maestros. Ha sido un reto muy interesante concretar los contenidos teóricos, habilidades y actitudes enmarcados en las competencias comunicativas tan necesarias en este mundo global. Con esta aportación me queda la satisfacción de hacer una aportación significativa a la concreción curricular en un nivel institucional.
Retomando la analogía inicial de la sal, reproduzco una poesía que sobre el tema donde se resalta la importancia de este elemento en la naturaleza.
“La sal de la tierra” de Giannis Ifantis. Traducción: Alejandro Aguilar.
Bajo la antigua voz del cuervo, FUENTE: http://alekoudari.wordpress.com/2007/12/25/la-sal-de-la-tierra-poema-griego-giannis-ifantis/ |
En conclusión, así como la sal es la sabiduría del mar, el maestro es el elemento esencial de la educación, el motor, la energía… como se dice: la sal que ennoblece la educación.
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El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno
el deseo de aprender está tratando de forjar un hierro frío.
Horace Mann (1796-1859) Educador estadounidense.
Horace Mann nació en el estado norteamericano de Massachusetts. Es considerado uno de los grandes reformadores de la educación en nuestro vecino del norte, al grado de calificarlo como el “Padre de la Escuela Pública”. Promovió el examen como un medio de evaluación idóneo al considerar que resultaba más imparcial y menos interferencia de los maestros en la valoración de la competencia del estudiante. (Buscabiografías, s.f).
Resulta interesante que hace ya dos siglos temas, como la obligación de la sociedad en la educación de sus propios individuos y la meta de formar alumnos competentes, abriera el camino a acciones de reforma en los sistemas educativos. Lo que se reconoce en importancia y trascendencia a la aportación de Horace Mann a la educación norteamericana. Si vamos a una análisis hermenéutico de la frase inicial, resulta más que interesante descubrir que la educación no solo debe ser limitativa a la transmisión de un conocimiento, sino que va más allá hacia la conformación de la persona, de su ser y constitución.
El individuo no es un ser acabado, sino que su misma naturaleza es cambiante, evolutiva y dinámica en su propia realidad. Por lo cual, la necesidad de conducir hacia el “aprender a aprender” no es un concepto nuevo, ni de moda actual.
Los maestros no somos ajenos a esta realidad humana, porque no dejamos de ser individuos igual que los alumnos. Junto con ellos compartimos la misma naturaleza física, emocional y psicológica. Lamentablemente perdemos la conciencia de que nuestras acciones marcan la vida de los jóvenes a los cuales se nos presenta el reto de educarlos. La posición directiva de transmisión de contenidos nos coloca por encima del estudiante. El maestro es el maestro y su palabra debe valer por sí misma – es la expresión absolutista de una posición que día a día debe de cambiar por ya no responder a los tiempos actuales y a la necesidad de una educación más competitiva, pero a la vez, más humana por requerirse una mayor integralidad en la formación del individuo.
En el acuerdo 444 de la SEP en su consideración y justificación del Modelo Curricular Común (MCC) se afirma que “…en el México de hoy es indispensable que los jóvenes que cursan el bachillerato egresen con una serie de competencias que les permitan desplegar su potencial, tanto para su desarrollo personal como para contribuir al de la sociedad.”
Lo anterior constituye todo un reto para el sistema educativo nacional, una vez que el bachillerato se volvió obligatorio en el Decreto Constitucional publicado en el Diario Oficial de la Federación el 10 de junio de 2013 por el presidente Felipe Calderón Hinojosa. (Proceso, 2013).
Un cambio que contó con la unanimidad de los actores políticos y educativos por considerar sustancial elevar la calidad de la educación tan evidenciada y deteriorada en los procesos de evaluación internacional. Es muy claro que una formación preuniversitaria débil impide realmente fortalecer el insumo que la educación profesional exige. Por lo cual no ha excusa para continuar pretextando las brechas de división en conocimientos, habilidades y actitudes entre niveles formativos diferentes. Máxime cuando hay que reconocer la gran variante y riqueza de la diversificada oferta educativa en educación media superior.
La homogenización o construcción de un marco común de competencias que establezcan el mínimo estándar, pero que a la vez abra la posibilidad y flexibilización para que cada subsistema cumpla con su función social, era un paso más que necesario, trascendental y de vital importancia para unir esfuerzos educativos. La labor del docente preuniversitario, que ha abierto sus puertas a otras profesiones para su ejercicio, entonces se ve forzada a cumplir un nivel de concreción áulica de las competencias en sus planes de estudio y dinámica propia de trabajo diario y cotidiano.
¿Estamos los maestros preparados para asumir con responsabilidad y compromiso ese rol?
No resulta sencilla la respuesta. La reforma en sí misma resulta un gran cambio en el paradigma o modelo educativo. Como cualquier modificación requiere de un cambio de visión, óptica y de acción.
Lo primero ha sido la difusión y socialización de la nueva propuesta curricular, así como también de la instrumentalización de los medios para conseguirlo. La primera se ha cumplido desde un principio con platicas, cursos y con el diplomado de formación en competencias docentes. Igualmente se han creado planes y programas de estudio que continuamente se revisan, materiales como guías didácticas para docentes y alumnos basados en las competencias.
Sin embargo hay que ser críticos en la búsqueda de las deficiencias para mejorar los procesos. En la práctica se destaca que uno de los talones de Aquiles se encuentra en la evaluación de la actividad académica.
El acuerdo de la SEP número 8/CD/2009 sobre el tema de la evaluación se afirma que“… debe ser un proceso continuo, que permita recabar evidencias pertinentes sobre el logro de los aprendizajes para retroalimentar el proceso de enseñanza-aprendizaje y mejorar sus resultados. Asimismo, es necesario tener en cuenta la diversidad de formas y ritmos de aprendizaje de los alumnos, para considerar que las estrategias de evaluación atiendan los diferentes estilos de aprendizaje.”
Lo que desde una perspectiva simplista resulta interesante y valioso, sin embargo, hay elementos en la política educativa que dejan dudas, o por lo menos, una doble interpretación o sentido a lo que se dice se debe hacer y lo que resulta de esa acción malinterpretada. Tenemos el caso de la falta de permanencia de alumnos en las aulas de educación media superior. Por un lado no se ve, por las mismas características psicológicas, motivación natural hacia el estudio por los adolescentes en edad de bachillerato. Esto junto con otros factores como la realidad económica lacerante para la familia que requiere que el preuniversitario opte mejor por el trabajo que el estudio, son algunos de los factores principales para abandonar los estudios de educación media superior.
Como respuesta el Gobierno Federal delegando la responsabilidad a la Secretaría de Educación Pública se implementa una política de no abandono escolar que tiene la finalidad, como su nombre lo indica, de impedir que los factores de riesgos de abandono provoquen más deserción en los estudiantes de bachillerato. Sin embargo, hay quienes han interpretado que por otro lado se hace un énfasis de “no reprobación” en interpretación análoga a lo aplicado en los niveles de educación básica – primaria y secundaria – que por más que se niegue por parte de las autoridades educativas la sí aplicación de la reprobación, en los hechos y exigencias la realidad es muy diferente.
En 2014 en el artículo titulado ¿Qué destino queremos para nuestros jóvenes? O ¿Qué jóvenes queremos en nuestro destino? Publicado en La Revista Peninsular al respecto me saltaron las siguientes preguntas que reproduzco por relacionarse en el aspecto que estamos analizando.
¿No estamos entonces privilegiando más el número que la calidad? ¿Qué es lo que debe dar mayor proyección de éxito al sistema educativo nacional? ¿Qué podamos decir que nuestros jóvenes terminan – como sea – sus estudios? ¿O qué éstos demuestran que son jóvenes productivos, comprometidos, con conocimientos, habilidades y actitudes que los hacen hombres y mujeres capaces de resolver problemas, de afrontar retos con entereza, eficacia y eficiencia?
Que me llevan, con la nueva información y análisis de los temas en comento a concretar las siguientes dos preguntas ¿Realmente estamos llevando el esfuerzo educativo de propiciar en el alumno el “aprender a aprender”, especialmente cuando evaluación se desvía de una correcta valoración del aprendizaje? ¿No será que con la flexibilización de contar con otros medios o instrumentos de evaluación se disminuya la calidad del aprendizaje?
Casanova (1998) nos advierte que una de las problemáticas de la evaluación continua y formativa es que la “… evaluación de actitudes puede ser compleja si se pretende hacer bien, y más aún cuando son muchos los alumnos que se atienden y se está poco tiempo con ellos”, como también, “… en la evaluación de los procedimientos adquiridos por el alumnado requiere, igualmente, que el profesor vea cómo se desenvuelve al aplicarlos a distintas situaciones” (p. 236).
Con lo analizado y la situación problemática establecida se pueden llegar a las siguientes conclusiones:
(1). Hay avance en la construcción de un Modelo Curricular Común en competencias en la educación media superior.
(2). Se reconoce que la educación en el nivel de bachillerato debe procurar un estándar mínimo de calidad establecido en el MCC.
(3). Como cualquier cambio es necesario una transformación de nuestra visión, enfoque y trabajo cotidiano, superando los paradigmas educativos anacrónicos.
(4). No obstante del avance importante hay retos aún que deben superarse como sucede con el caso de la evaluación de competencias.
(5) Es necesario que sea más precisa la información gubernamental con respecto a sus políticas que eviten malos entendidos que distorsionan el esfuerzo educativo para el logro de una mayor calidad educativa.
Pero lo más importante al final somos nosotros los maestros. Aunque nuestra responsabilidad se ve limitada al último nivel de concreción de la reforma, es muy cierto que somos la fuerza motora del cambio. Los que llevamos en el hombro el compromiso de materializar los cambios de la reforma. Nuestro convencimiento y la consecuente ejecución de acciones en continua preparación y capacitación, junto con una mejor planeación en los programas y en la actividad cotidiana en la clase diaria, en el contacto directo con los alumnos y trabaja colegiado con los demás docentes de la institución educativa.
Como dijera el rector de la Universidad Autónoma de México, el doctor José Narro en 2012 en la conmemoración del 145 Aniversario de la Escuela Nacional Preparatoria (El Economista): “tenemos que seguir volteando a ser parte de la solución en la educación, tenemos que seguir confiando en el saber que forma a hombres y mujeres”… de ese tamaño es el compromiso y reto del docente en educación media superior.
Referencias de información
Buscabiografías (s.f.). Horace Man. Recuperado de la dirección web http://www.buscabiografias.com/bios/biografia/verDetalle/7245/Horace%20Mann el 29 de junio de 2014
Casanova. M. (1998). La evaluación educativa. Escuela básica. Colección Biblioteca del Normalista. México: SEP-Cooperación Española.
Diario Oficial de la Federación (2009).Acuerdo Secretarial Número 8. Comité Directivo del Sistema Nacional de Bachillerato.
Diario Oficial de la Federación (2008). Acuerdo Secretarial Número 444 por el que se establecen las competencias el marco Curricular Común del sistema Nacional de Bachillerato.
El economista (2012, 13 de febrero). Benéfica reforma para obligatoriedad del bachillerato: Narro. Recuperado de la dirección web http://eleconomista.com.mx/sociedad/2012/02/13/benefica-reforma-obligatoriedad-bachillerato-narro
Proceso. (2103). Publican decreto que hace obligatorio el bachillerato. Recuperado de la dirección web http://www.proceso.com.mx/?p=344507 el 29 de junio de 2014
Vidales, E. (2014). ¿Qué destino queremos para nuestros jóvenes? O ¿Qué jóvenes queremos en nuestro destino? Recuperado de la direcciónhttp://www.chanboox.com/que-destino-queremos-para-nuestros-jovenes-o-que-jovenes-queremos-en-nuestro-destino/ el 29 de junio de 2014
]]>De la sana educación de la juventud,
depende la felicidad de las naciones.
Don Bosco
Hace muchos años, cuando tenía la fortuna de convivir en el tiempo con mi abuelo, un hombre muy sabio que me enseño muchos de los secretos de la vida, me decía que la educación era lo mejor que el hombre podía conseguir en la vida. Ser un hombre educado y preparado dignifica ésta, nos hace acreedores de un bagaje que no tiene precio. Es la mayor riqueza – me decía enfático siempre que un libro me daba para su lectura – que no tendrá nada que la podrá cambiar ni intercambiar, ya que lo que conozcas, tus ideas y pensamientos, serán eternamente tuyos.
Cuando se nos exige hoy en día ver el presente en la educación de jóvenes preparatorianos en una sociedad tecnificada, pero al mismo tiempo, con una cultura mediática que cultiva la mediocridad, inmadurez y estupidez; vuelvo al cuarto de mi abuelo, me siento en su sillón e intento explorar hacia atrás, de mirar al tiempo retrospectivo para analizar el por qué hoy estamos como estamos.
No se puede negar que hay problemas sociales muy graves en los jóvenes. Solemos decir que ellos son el futuro de la nación. Pero al ver la cultura del conformismo y la apatía que hay con respecto a la formación y estudio, las esperanzas de que seamos una nación en el futuro de avanzada se desvanece en la mente.
Los datos de las encuestas, nacional y estatal, levantada en 2010 se afirma que hay 22 millones de jóvenes en México dentro del rango de 15 a 19 años, de los cuales el 50.1 por ciento pertenece al género masculino y 49.9 al femenino. Para el caso de Yucatán en la entidad viven 192,000 de esos jóvenes en mencionado rango de edad, correspondiendo semejante proporción entre hombre y mujeres. Si tomamos solo un caso como ejemplo del descubrimiento del comportamiento sexual, una de las tareas fundamentales del desarrollo y consolidación de la identidad propia de la edad, vemos claramente un aumento en el índice de la primera relación sexual en los últimos 10 años entre 15 y 19 años del índice, de 22.3 a 33.6 por ciento. Una situación que aunque no hay un dato análogo en la presentación de los datos de la encuesta nacional para el caso de Yucatán, al presentarse que las mujeres embarazadas en el mismo rango de edad (10.1 por ciento) es mayor que el dato similar en la nacional (6.6 por ciento) en casi 53 por ciento, debe ser un signo de preocupación. Si aplicamos el sentido común, por los propios valores tradicionales de la sociedad yucateca, se puede deducir que esas 10 adolescentes de 100 que se embarazan ven truncados sus proyectos de vida, especialmente lo que corresponde a la educación.
Se reconoce en los mencionados ejercicios estadísticos que fotografían la realidad de la juventud mexicana y yucateca el gran problema que representa la cultura nini – los que ni estudian ni trabajan – en los jóvenes de 15 a 29 años. Tan solo en México hay 7.7 millones de los 33.6 que caen en la clasificación de los que no aportan nada ni a la sociedad y que tampoco tienen un sentido claro de la vida y del propio desarrollo personal, profesional y laboral. En Yucatán la cifra no cae en una situación de gran “escándalo social” si los comparamos proporcionalmente ya que de esa cantidad los ninis yucatecos llega a ser el 1.1 por ciento. Somos para el caso la sexta entidad con menor número de ninis del país.
Esta es la realidad de los jóvenes adolescentes. Del sector que es atendido en la educación media superior y del cual se demanda un mayor compromiso para ajustarse a las condiciones sociales y de competitividad.
Recuerdo que en mis años preparatorianos no le importaba a la institución si un alumno pasara o no un examen. “Nadie te saca o te da de baja” – se decía popularmente -, “…tú mismo desertabas cuando ya no puedas seguir adelante.” Al final esas generaciones pasadas hoy soy gente productiva y útil para la sociedad. Alguien podrá decir que no fueron todos, pero al final la alternativa siempre estaba presente, y aunque no se lograba conseguir una oportunidad de estudio en bachillerato, la cultura del trabajo y compromiso social abatían cualquier rasgo de desidia en el individuo.
Hoy parece que las cosas son diferentes. Por un lado, aún con el gran conocimiento que hemos adquirido del adolescente en cuanto a sus cambios físicos, psicológicos y emocionales, y por otro lado, el avance en las teorías de la educación y aprendizaje. Ni con una ni con otra en la realidad se ha podido crear un sistema educativo que fomente un real estudio y compromiso del adolescente en su propio proceso formativo.
Se propone entonces un nuevo modelo de educación basado en competencias. Se pretende con ello dotar a los estudiantes de los conocimientos, habilidades y actitudes para el mejor aprovechamiento y procesamiento de la información. La educación deja de considerar al estudiante como ser pasivo, al que hay que enseñar en términos absolutos desde dirección y sentido maestro hacia el alumno.
El enfoque actual es balancear el proceso de enseñanza-aprendizaje hacia el segundo concepto, pero más allá de un simple producto, sino un sentido más amplio de “aprender a aprender”. Un esquema que resulta muy propio de una sociedad basada en la información.
Sin embargo surgen voces que cuestionan lo que estamos haciendo. Principalmente en el sentido de que la competencia por sí sola basta para formar a un individuo todas las capacidades y actitudes que lo moldeen en un hombre o mujer útil para la sociedad. Tiempo atrás se estudiaba por que se estudiaba, de lo contrario se reprobaba el examen. Hoy no importa no solo el resultado de una actividad, sino que el análisis de todo el proceso se puede conseguir los puntos o calificación que hagan competitiva una calificación.
Además surgen políticas educativas nacionales que no sancionan la falta de estudios desde los niveles básicos al prohibir la reprobación del alumno que no cumple con los requerimientos adecuados para seguir a otro nivel educativo. Parecería entonces que los criterios de evaluación poco importan, si al final, los alumnos por decreto terminan pasando. ¿En dónde quedo entonces la evaluación del resultado de la educación?
Posiblemente podemos encontrar razones y argumentos en el cambio generacional que ha acortado tiempos en los cambios o transformaciones. Una cosa es cierta al respecto: los hoy educadores de los jóvenes preparatorianos no fuimos formados en este nuevo modelo educativo. Somos, como popularmente se dice, de la “vieja escuela”.
¿Cómo fomentar entonces una competencia cuando a los maestros nos “enseñaron” conocimientos de forma absoluta, sin conocimiento, sin utilizar la capacidad crítica?
Implica entonces, de forma inicial, un cambio de paradigma personal. Cambiar las ideas preconcebidas y consolidadas en la propia educación en que fuimos sometidos. Implica una apertura hacia el cambio, un compromiso personal y profesional hacia la continua capacitación, el estudio y análisis actualizado de la realidad del adolescente y el contexto social.
Estamos siendo los motores de un cambio sin precedentes en la historia de la educación en el país. Una situación que aún no hemos valorado de forma plena, pero que un futuro se nos evaluará la forma en que asumimos nuestra responsabilidad como docentes.
Alguien se sentará en un futuro no muy lejano en el sillón que yo herede a mis nietos… ojalá que el juicio valorativo de nuestras acciones sea positivo y coherente. Los pasos que hoy demos con seguridad seguramente servirán para la construcción de una mejor sociedad.
¿Cómo queremos ser juzgados y valorados?
Referencias de información
Encuesta Nacional de la Juventud: Sección Yucatán (2010). Instituto Mexicano de la Juventud. Gobierno Federal. México.
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